El Último Paso

Carlos miraba su reflejo en el espejo. Los ojos hundidos, el rostro marcado por el cansancio, los hombros caídos como si llevara el peso del mundo.

Llevaba meses luchando. Problemas en el trabajo, deudas acumulándose, la sensación de que cada día era una batalla sin fin. Y lo peor… esa voz en su cabeza que le decía: «No puedes más. No vale la pena seguir intentándolo.»

Esa noche, después de un día especialmente difícil, salió a caminar. Necesitaba aire, claridad, algo que le recordara por qué seguir.

Sus pasos lo llevaron a un parque donde vio a un anciano sentado en una banca. Su mirada reflejaba años de experiencia, pero sobre todo, una calma que contrastaba con el torbellino dentro de Carlos.

—Pareces cansado, hijo —dijo el anciano con una voz serena.

Carlos suspiró.

—Estoy agotado. He hecho todo lo que he podido, pero nada cambia. Siento que no tengo más fuerzas.

El anciano sonrió levemente y señaló un árbol enorme junto a ellos.

—¿Ves ese árbol? Hace años, hubo una tormenta tan fuerte que casi lo arrancó de raíz. La mayoría pensó que no sobreviviría. Pero ¿sabes qué hizo? No trató de luchar contra el viento… solo se sostuvo firme, resistió y dejó que la tormenta pasara. Y cuando el sol salió de nuevo, sus raíces estaban más fuertes que nunca.

Carlos se quedó en silencio.

—Lo que quiero decirte, hijo, es que el hecho de que estés cansado no significa que estés acabado. Significa que has dado mucho… y que tal vez es momento de respirar, de sostenerte y de recordarte a ti mismo quién eres. No necesitas tener todas las respuestas hoy. Solo necesitas dar un paso más.

Carlos cerró los ojos y respiró hondo por primera vez en días. Sintió el aire llenar sus pulmones, su corazón latir con fuerza. Aún estaba aquí.

Y si aún estaba aquí, significaba que aún tenía más por vivir.

Al abrir los ojos, el anciano se había ido. Pero sus palabras quedaron grabadas en su alma.

Esa noche, Carlos no resolvió todos sus problemas. Pero tomó una decisión: seguir adelante. Un paso a la vez.

Porque su historia no terminaba aquí.

Porque dentro de él aún quedaba fuerza.

Y lo mismo es cierto para ti. No te rindas ahora. La tormenta pasará.

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